La fiesta de muertos está vinculada con el calendario agrícola prehispánico, porque es la única fiesta que se celebraba cuando iniciaba la recolección o cosecha. Es decir, es el primer gran banquete después de la temporada de escasez de los meses anteriores y que se compartía hasta con los muertos. En la cultura Náhuatl se consideraba que el destino del hombre era perecer. El espíritu de la ofrenda actual es un rito respetuoso que las familias preparan para recordar a los que se han ido, y que, según la creencia, regresan este día para gozar lo que en vida más disfrutaban.
Haciendo una confrontación de los cultos prehispánicos y la religión católica, se sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección son los estadios del proceso que nos enseña la religión católica. De acuerdo con el concepto prehispánico de la muerte, el sacrificio de la muerte -el acto de morir- es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el espíritu es entregado a Dios (a los dioses) como la deuda contraída por habernos dado la vida. Pero el cristianismo modifica el sacrificio de la muerte. La muerte y la salvación se vuelven personales, para los cristianos el individuo es el que cuenta. Las creencias vuelven a unirse en cuanto que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte.
Sólo venimos a dormir,
sólo venimos a soñar:
No es verdad, no es verdad
que venimos a vivir en la tierra.
En hierba de primavera
venimos a convertirnos:
llegan a reverdecer,
llegan a abrir sus corolas
nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo:
da algunas flores y se seca.
Con qué he de irme?,
cuales flores que fenecen?
Nada será mi nombre alguna vez?
Nada dejaré en pos de mí en la tierra?
Al menos flores, al menos cantos!
Cómo ha de obrar mi corazón?
Acaso en vano venimos a vivir, a brotar en la tierra?
En vano nací, en vano vine a brotar en la tierra:
Soy un desdichado, aunque nací y broté en la tierra:
Digo: Qué harán los hijos que han de sobrevivir?
Haciendo una confrontación de los cultos prehispánicos y la religión católica, se sostiene que la muerte no es el fin natural de la vida, sino fase de un ciclo infinito. Vida, muerte y resurrección son los estadios del proceso que nos enseña la religión católica. De acuerdo con el concepto prehispánico de la muerte, el sacrificio de la muerte -el acto de morir- es el acceder al proceso creador que da la vida. El cuerpo muere y el espíritu es entregado a Dios (a los dioses) como la deuda contraída por habernos dado la vida. Pero el cristianismo modifica el sacrificio de la muerte. La muerte y la salvación se vuelven personales, para los cristianos el individuo es el que cuenta. Las creencias vuelven a unirse en cuanto que la vida sólo se justifica y trasciende cuando se realiza en la muerte.
Sólo venimos a dormir,
sólo venimos a soñar:
No es verdad, no es verdad
que venimos a vivir en la tierra.
En hierba de primavera
venimos a convertirnos:
llegan a reverdecer,
llegan a abrir sus corolas
nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo:
da algunas flores y se seca.
Con qué he de irme?,
cuales flores que fenecen?
Nada será mi nombre alguna vez?
Nada dejaré en pos de mí en la tierra?
Al menos flores, al menos cantos!
Cómo ha de obrar mi corazón?
Acaso en vano venimos a vivir, a brotar en la tierra?
En vano nací, en vano vine a brotar en la tierra:
Soy un desdichado, aunque nací y broté en la tierra:
Digo: Qué harán los hijos que han de sobrevivir?
Poema náhuatl
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