Nunca había pasado por una situación como en la que me encuentro ahora.
Durante mi niñez siempre fui inquieta, me encantaba jugar en la calle, andar en bicicleta, patinar, jugar correteadas, fútbol y todo lo que tuviera que ver con correr, brincar y tirarse en la tierra, y jamás sufrí una fractura o la clásica descalabrada que sufren los niños en edad de jugar...
Tal vez por ello siempre me he considerado fuerte... hasta la semana pasada cuando por correr a responder una llamada, tropecé y me torcí mi pie derecho provocando un esguince de grado 2.
La historia con la institución de seguridad social pública a la que tuve que acudir (más por necesidad administrativa que médica) es tannnn larga y penosa que prefiero no contarla aquí, al respecto sólo puedo decir que DETESTO pensar que haya tanta gente que dependamos TANTO de instituciones tan chafas... de verdad, no se que será de mi o mi familia el día que requiera de esos servicios para cosas más graves...
Siempre hay algo bueno que observar hasta en las peores situaciones: en nuestra ciudad carecemos enormemente de civilidad... y tristemente lo vengo a notar cuando me pasa a mi!
Juro por lo más sagrado que me gusta ceder el lugar a quien lo necesita donde quiera que me encuentro y se que gente cercana a mí también lo hace (eso me encantaba de mi ex), jamás me estaciono en lugares reservados y por nada en el mundo utilizo un baño de uso reservado... se que en general muchos tratamos de ser concientes en ello, pero de verdad, en cuestión de infraestructura para minúsvalidos estamos en la calle de la amargura!!!
Como en todo, nos falta la planeación!!! ... todo esto, me ha llevado a observar detalladamente lo frágil que soy y los márgenes en los que mantenemos a los que paradojicamente más ayuda necesitan.
A todos los que se han preocupado y me han consentido les mando un besote y un abrazo... a los que no lo han hecho, les mando dos (por que, jo!, seguro que ni sabían)!